martes, septiembre 11, 2018

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viernes, septiembre 21, 2007

DESPERTADO POR EL ESPIRITU

Despertado por el EspírituLa unión con Cristo fue el corazón y el alma de la fe de Pablo. Jesucristo no era simplemente el salvador de Pablo. Era la vida de Pablo. Por Ron M. PhillipsUna prueba de su devoción la hallamos en sus escritos: “Para mí el vivir es Cristo” (Filipenses 1:21); “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste” (Colosenses 3:4). “Ya no vivo yo, más vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20). Para Pablo, Cristo no era un pasaporte al cielo, sino el amigo de amigos con quien estaba en unión vital: “Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él” (1 Corintios 6:17).La mayoría de los cristianos de la actualidad entienden lo que Cristo ha hecho «por nosotros». En Pablo, la salvación era más que una fórmula o un plan. En Pablo la salvación era nada menos que una invasión o un dominio de la vida de uno por parte del Espíritu de Jesús.Una conversión sobrenatural fue la de Pablo: fue un cristiano capturado, un hombre lleno del Espíritu Santo con todo en su vida cristiana enraizado en su experiencia. Sin embargo, no era en nada probable un buen candidato para convertirse a Cristo. Escuchen su propia descripción en Filipenses capítulo 3: “Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. Pero cuantas cosas eran para mí ganancia las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe” (vv. 4-9).No debemos tomar a la ligera la preparación de Pablo. Para él, la religión era una exigencia que demandaba todo su esfuerzo. La ley era la vida y el amor de Pablo. Era un fariseo de noble cuna y de elevado rango. Podía rastrear su linaje hasta Benjamín, uno de los dos hijos favoritos de Jacob. La vida de Pablo estaba profundamente enraizada en la fe que había sido llamado a propagar y a proteger.Hay tres relatos de la conversión de Pablo en Hechos uno de ellos en 9:22-26. En esos relatos Pablo mencionó los aguijones que lo empujaron hacia Cristo. Los aguijones eran pedazos de madera en la parte trasera de un arado, diseñados para hincar al animal que pateaba a su amo. Dios, sobrenaturalmente, colocó algunos aguijones en su vida, que Pablo los pateó hasta que fue salvo.El Dr. James S. Stewart enumera algunos de estos aguijones:1. Uno de los más agudos y más punzantes, fue el fracaso de su religión, el judaísmo. Si algo era obvio en Pablo era el hecho de que su religión para él era laboriosa y tensa. Sin embargo, estaba tan comprometido con ella que había matado gente para protegerla.2. Otro aguijón era la verdad del Jesús histórico. Era la tarea de Pablo antes de su conversión desaprobar los reclamos de quien sería el Mesías. Para hacer eso viajó y oyó los testimonios visuales de muchos.3. Un hecho difícil de aceptar por parte de Pablo era la santidad en la vida de los cristianos. Aun cuando los cristianos morían, Pablo veía su paz en medio de su martirio.4. Finalmente, la forma en que Esteban murió le causó profunda impresión a Pablo. El libro de los Hechos registra que Pablo cuidaba de los vestidos de los asesinos de Esteban. Es razonable asumir que Pablo también estuvo presente para oír el mensaje del joven diácono dado precisamente durante su apedreamiento.En Hechos 7, Esteban predicó un apasionado mensaje, declarando la realidad del Dios sobrenatural a los legalistas.Pablo no conocía a este Dios hacedor de milagros a quien el joven Esteban, lleno del Espíritu Santo, tan claramente describía. Más tarde, cuando la oscura noche de la muerte descendía sobre Esteban en su apedreamiento, en vez de gritos de dolor y maldiciones de venganza, Pablo oyó estas palabras: “Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió” (Hechos 7:59-60).Todos estos acontecimientos despojaron a Pablo de su orgullo y dejaron expuesto su vacío corazón. Continuó con sus amenazas de muerte contra la Iglesia hasta que un milagro lo atrapó personal y completamente. Lucas relató la historia: “Más yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tu persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? (Hechos 9:3-9, 17-18).Milagros en la conversión de Pablo Miremos los milagros que rodearon la salvación de Pablo:Una luz sobrenatural apareció en el cielo (Hechos 9:3).Pablo y la compañía cayeron bajo la gloria (Hechos 9:7).Pablo oyó la voz de Jesús (Hechos 9:4-6).Pablo fue herido con ceguera (Hechos 9:8).Ananías tuvo una visión que le ordenó ir donde estaba Pablo (Hechos 9:10).Pablo tuvo una visión de que un hombre vendría a curarle su ceguera (Hechos 9:11-12).Ananías puso las manos sobre Pablo, este recobró la vista y fue lleno del Espíritu Santo (Hechos 9:17-18).La conversión de Pablo fue poderosa y estuvo rodeada de maravillas sobrenaturales.Los comienzos del ministerio de PabloMuchos cristianos tienen un testimonio de salvación que no está exento de milagros, pero rehúsan admitir que Dios puede todavía realizar maravillas en sus vidas después de su conversión.En la vida de Pablo, los acontecimientos sobrenaturales que tuvieron lugar aumentaron después de su nacimiento espiritual:En Hechos 13:8-12, Pablo hirió a Elimas con ceguera por oponerse a la Palabra de Dios.En Hechos 14:3, señales y prodigios confirmaron su mensaje en Iconio.Sanó a un hombre paralítico en Listra (Hechos 14:8-10).Fue casi muerto, pero sobrevivió milagrosamente a un apedreamiento en Listra (Hechos 14:8-10).En el concilio de Jerusalén, informó de “muchos milagros y prodigios” (Hechos 15:12).Posteriormente tuvo una visión, y en esa visión recibió el llamamiento para ir a Macedonia (Hechos 16:10).Echó fuera un demonio de una joven mujer en Filipo (Hechos 16:18) y, como resultado, fue arrestado y encarcelado.Mientras estaba en la celda de esa cárcel, Dios envió un terremoto y abrió las puertas de la cárcel, resultando todo esto en la salvación del carcelero (Hechos 16:25-34).Tuvo otra visión en Corinto, que animó su ministerio, porque le prometió muchos conversos (Hechos 18:9-10).Ministró a los seguidores de Juan el Bautista en Éfeso, y vio a las personas que eran salvadas, hablar en lenguas, recibir milagros inusuales, ser curadas por el toque de las telas que habían sido tocadas por Pablo y ser liberadas de demonios (Hechos 19:4-6,11-13).Su ministerio continuó con poder cuando Dios levantó al joven Eutico de entre los muertos (Hechos 20:9-12).Experimentó que el Señor estaba a su lado en la noche y le habló (Hechos 23:1l).Lo rodearon las palabras y el ministerio de los ángeles (Hechos 27:23-24).Fue preservado de una mordedura de serpiente en la isla de Malta (Hechos 28:3-6).En la misma isla curó al padre de Publio y, además, a muchos otros (Hechos 28.8-9).Está claro que Pablo caminó en el poder sobrenatural de Dios.El testimonio de las cartas de PabloPablo definió al reino de Dios como “justicia, gozo y paz en el Espíritu” (Romanos 14:17). Más adelante declaró que los gentiles fueron hechos obedientes “con potencia de señales y prodigios en el poder del Espíritu de Dios” (Romanos 15:19). Habló de la revelación del Espíritu de Dios (1 Corintios 2:1). Declaró que hablaba en lenguas más que todos ellos (1 Corintios 14:18). Y enseñó que hay dones de milagros y de sanidades (1 Corintios 12:9-10).Mientras más miramos las cartas de Pablo, descubrimos que Dios nos da fortaleza sobrenatural para sufrir aun cuando decida no evitarnos el sufrimiento (2 Corintios 12). El poder preservador de Dios está sobre el creyente hasta que su obra esté hecha (2 Corintios 1:10). A pesar de los conflictos, siempre somos llevados “en triunfo” (2 Corintios 2:14). La fuente de nuestra vida no es la letra de la ley que «mata»; sino más bien el “Espíritu que da vida” (2 Corintios 3:6). Cada creyente es transformado “de gloria en gloria como por el poder del Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18; Gálatas 3:14-15).Además, un Dios sobrenatural nos capacita para luchar contra Satanás y sus fortalezas (2 Corintios 10:1-6). Él nos provee con las armas del Espíritu (Efesios 6:10-18). Por el Espíritu desarmamos al enemigo (Colosenses 2:15). Revelación y visión fueron comunes al apóstol (2 Corintios 12:1-2; Efesios l:17). También declaró que todas las marcas de un apóstol le seguirían, incluyendo señales, prodigios y obras poderosas (2 Corintios 12:2).Esas señales y prodigios siguieron no solamente a los apóstoles, sino también a todos los creyentes, como Jesús prometió: “Y estas señales seguirán a los que creen: en mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán” (Marcos 16:17-18).Aun en su defensa del evangelio a la iglesia de Galacia, Pablo apeló a lo sobrenatural: “¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar con la carne? ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano. Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?” (Gálatas 3:1-5).Vida por el EspírituCada aspecto de la vida cristiana debe estar gobernado por una continua llenura del Espíritu Santo (Efesios 5:18). La predicación de Pablo no vino “en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo” (1 Tesalonicenses 1:5). Mas tarde Pablo advirtió a la iglesia: “No apaguéis el Espíritu” (1 Tesalonicenses 5:19). Todas las cartas de Pablo validan el poder sobrenatural del Espíritu Santo.¿Sería Pablo bienvenido a su iglesia?Pablo era un hombre que oraba por los enfermos, hablaba en lenguas, usaba un ropaje de oración, echaba fuera demonios y experimentaba visiones, sueños y trances. Sin embargo, este hombre sacudió el mundo occidental para Jesucristo.Usted puede estar diciéndose: “Bien, todas esas cosas terminaron con los apóstoles”. Una vez más debo señalar que esta creencia es pura especulación sin ningún respaldo bíblico sólido. Los dones carismáticos estarán tan activos al final de la era, como lo estuvieron al principio. Estos dones confirmarán tanto como fortalecerán al creyente a medida que se aproxima el fin de la era.Las Escrituras enseñan que las lenguas y otros dones serán innecesarios en el cielo: “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor” (1 Corintios 13:13).Cuando lo “perfecto” venga, entonces no habrá necesidad de los dones. Lo perfecto no es el canon de las Escrituras, sino la venida de Jesús.Después de su venida, ya no necesitaremos más los dones de nuestra infancia, ni necesitaremos el carisma como un espejo del poder del mundo venidero. Estaremos en el cielo, en el lugar final de su presencia. En el cielo sabremos totalmente que los dones del Espíritu solamente nos dieron un reflejo de Dios.Así como Dios ahora nos conoce, nosotros lo conoceremos a Él. Además, la fe y la esperanza terminarán, porque la fe llegará a ser vista y la esperanza será realizada. El amor nunca terminará.La cesación, como una doctrina, da a la iglesia muerta una excusa para su falta de poder.Lo que Pablo diría ahoraSi Pablo se dirigiera a nuestras congregaciones ahora, su mensaje no sería otro. Él primeramente oraría por la iglesia para que tuviera poder: “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo (...) para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos” (Efesios 3:14-21).Segundo, nos advertiría no contristar al Espíritu Santo ignorando la palabra profética. El Espíritu nos ha sellado hasta la segunda venida. Las palabras que hablamos son dones de gracia, palabras carismáticas ofrecidas al creyente. Nuestro fracaso de hablar palabras de Dios por medio de sus dones contrista al Espíritu de Dios, como vemos en Efesios 4:29-30: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”.Tercero, Pablo nos haría esta apelación: “No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Tesalonicenses 5:19-21).Estas apelaciones son simples. No debemos apagar el fuego. No debemos despreciar la palabra profética. Aquí está un llamado a la libertad para el creyente. Pablo sintió que era importante tener probados estos dones y palabras; sin embargo, él no los tenía despreciados, ahogados ni olvidados. Por cada patrón de medida, Pablo sería sospechoso en muchas iglesias, y tal vez ni siquiera bienvenido.Billy Graham escribió: “Según Pablo, los dones (...) vienen de la operación soberana del Espíritu de Dios ‘repartiendo a cada uno en particular como él quiere’ (1 Corintios 12:1l). El Espíritu reparte los dones a los varios miembros del cuerpo. Así, cada creyente recibe algún don”.Si usted es tentado alguna vez a rechazar a otros creyentes por las inusuales obras del Espíritu Santo en sus vidas, tome un momento para considerar los principios establecidos en las Escrituras. Piense que si Pablo viniera a su iglesia predicando sobre la plenitud de los dones del Espíritu, ¿cómo sería recibido

martes, junio 27, 2006

DECODIFICANDO EL CODIGO DA VINCI PARTE II

Si bien no hay ninguna base histórica para la afirmación de que Constantino alteró los Evangelios del Nuevo Testamento para que hicieran aparecer a Jesús más parecido a Dios, todavía debemos preguntar si los Evangelios son fuentes confiables y fidedignas de información sobre Jesús. Según Teabing, el historiador ficticio que encontramos anteriormente: "Casi todo lo que nuestros padres nos enseñaron acerca de Cristo es falso" (235). ¿Es cierto esto? La respuesta depende, en gran manera, de la confiabilidad de las biografías más antiguos que tenemos de Jesús, los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Cada uno de los Evangelios fue escrito en el primer siglo d.C. Si bien son, técnicamente, anónimos, tenemos evidencia bastante fuerte de escritores del segundo siglo, como Papías (c. 125 d.C.) e Ireneo (c. 180 d.C.), que atribuye cada Evangelio a su autor tradicional. Si su testimonio es verdadero (y tenemos pocos motivos para dudarlo), entonces Marcos, el compañero del discípulo Pedro, escribió la esencia de la predicación de Pedro. Y Lucas, el compañero del apóstol Pablo, investigó cuidadosamente y escribió la biografía que lleva su nombre. Finalmente, Mateo y Juan, dos de los doce discípulos de Jesús, escribieron los libros que se les atribuyen. Si todo esto es correcto, entonces los sucesos registrados en estos evangelios "están basados en el testimonio directo o indirecto de testigos oculares".{6} Pero, los escritores de los Evangelios, ¿tuvieron la intención de registrar de forma fidedigna la vida y el ministerio de Jesús? ¿Estaban, siquiera, interesados en la historia, o acaso sus intenciones teológicas opacaron todo deseo que pudieran haber tenido de decirnos lo que realmente pasó? Craig Blomberg, un estudioso del Nuevo Testamento de Denver Seminary, observa que la introducción del Evangelio de Lucas "se parece mucho a los prólogos de obras históricas y biográficas de la antigüedad en las que la gente confía generalmente". Además, señala que, dado que Mateo y Marcos son muy similares a Lucas en términos de género, "parece razonable que la intención histórica de Lucas reflejaría muy estrechamente la intención de ellos".{7} Finalmente, Juan nos dice que escribió su Evangelio para que la gente pudiera creer que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y que, al creer, pudieran tener vida eterna en su nombre (20:31). Si bien podemos reconocer que esta declaración revela una clara intención teológica, Blomberg señala que "si una se va a convencer lo suficiente como para creer, la teología tiene que fluir de la historia exacta".{8} Es interesante que las disciplinas de la historia y la arqueología son una gran ayuda para corroborar la confiabilidad general de los escritores del Evangelio. Donde estos autores mencionan personas, lugares y sucesos que pueden ser verificados con otras fuentes antiguas, se demuestra consistentemente que son bastante confiables. Por lo tanto, tenemos buenos fundamentos para confiar en los Evangelios del Nuevo Testamento. Pero, ¿qué pasó con los "evangelios" que no llegaron a entrar en el Nuevo Testamento? Específicamente, que pasó con los documentos de Nag Hammadi?

DECODIFICANDO EL CODIGO DA VINCI PARTE I

Los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, que más tarde fueron reconocidos oficialmente como parte del canon (o "regla de fe") del Nuevo Testamento, ¿fueron alterados y "mejorados" intencionalmente en el siglo IV por orden del emperador Constantino? Esto es lo que Leigh Teabing, el historiador real ficticio de El Código Da Vinci, sugiere. En un punto dice: "Constantino encargó y financió una nueva Biblia, que omitía aquellos evangelios que hablaban de los rasgos humanos de Cristo, y alteró aquellos Evangelios que lo hacían aparecer con características de Dios". (234). Pero, ¿es esto realmente verdad? Es cierto que en una carta al historiador de la iglesia primitiva, Eusebio, Constantino ordenó la preparación de "cincuenta copias de las Sagradas Escrituras".{4} Pero en ninguna parte de la carta ordena que ninguno de los Evangelios sea alterado a fin de hacer aparecer a Jesús más como Dios. Y, aun si lo hubiera hecho, habría sido prácticamente imposible lograr que los fieles cristianos aceptaran este tipo de relatos. Antes del reinado de Constantino, la iglesia había enfrentado una persecución generalizada bajo el emperador Diocleciano. ¡Resulta difícil creer que la misma iglesia que había soportado esta persecución de pronto arrojaría por la borda sus amados Evangelios para abrazar relatos alterados de la vida de Jesús! Además, con toda seguridad, de haber intentado hacer algo así Constantino, tendríamos bastante evidencia en los escritos de los Padres de la Iglesia. Pero esta evidencia falta por completo. Y, finalmente, decir que los líderes de la iglesia del cuarto siglo, muchos de los cuales había soportado persecución por su fe en Cristo, accederían a unirse a Constantino en una gran conspiración de este tipo es completamente fantasioso. Simplemente no hay ninguna evidencia de que haya ocurrido jamás. Un último punto. Tenemos copias de Mateo, Marcos, Lucas y Juan que son significativamente anteriores a Constantino y al Concilio de Nicea. Si bien ninguna de las copias está completa, sí tenemos copias casi completas tanto de Lucas como de Juan en un códice fechado entre 175 y 225 d.C., al menos cien años antes de Nicea. Otro manuscrito, fechado alrededor de 200 d.C. o antes, contiene la mayor parte del Evangelio de Juan.{5} Pero, ¿por qué es importante esto? Primero, podemos comparar estos manuscritos prenicenos con los que siguieron a Nicea para ver si hubo alguna alteración. No hubo ninguna. Segundo, las versiones prenicenas del Evangelio de Juan incluyen algunas de las declaraciones más fuertes registradas sobre la deidad de Jesús (ej: 1:1-3; 8:58; 10:30-33; etc.). Es decir, ¡las declaraciones más explícitas de la deidad de Jesús en cualquiera de nuestros Evangelios ya se encuentran en manuscritos que antedatan a Constantino en más de cien años! Esto en cuanto a la teoría de que fueron alterados. Pero, ¿podemos confiar en estos Evangelios?

EL EVANGELIO DE JUDAS:HECHOS Y ESPECULACIONES

El Evangelio de Judas: Hechos y especulaciones La reciente publicación por parte de National Geographic de una copia del llamado Evangelio de Judas, presente en un códice de papiro hallado hace casi tres décadas en Egipto fue precedida de un impresionante despliegue publicitario que alcanzó los titulares de los medios de todo el mundo. Lamentablemente, National Geographic eligió presentar un acontecimiento científico notable con un deliberado tono sensacionalista, no exento de insinuaciones contra las iglesias cristianas, como es obvio en el título de la presentación televisiva: “El evangelio prohibido de Judas”. En el desarrollo del programa se afirmó que el documento podría “desbaratar” el dogma cristiano, que el obispo Ireneo de Lyon escogió en el siglo II los cuatro Evangelios canónicos (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) y descartó decenas de otros evangelios existentes. También se dijo que en los Evangelios canónicos se evidencia un creciente antisemitismo, y se vinculó este supuesto antisemitismo con la persecución de los judíos que alcanzó su culminación en el siglo XX bajo el régimen nazi. La liviandad irresponsable de estas afirmaciones contrasta con la seriedad del trabajo de restauración, reconstrucción, edición y traducción del texto por parte de los eruditos involucrados. Por esta razón se torna imprescindible distinguir el valor histórico del Evangelio de Judas de su empleo con fines ideológicos. Algunos hechos El documento publicado forma parte de un códice (conjunto de hojas cosidas a modo de libro) de papiro de 62 ó 66 páginas, hallado en 1978 cerca de El Minyah, una localidad en el margen occidental del Nilo. El sitio se encuentra al norte de Hag Hammadi, donde en 1945 se hallaron varios documentos relacionados. Fue comprado por anticuarios locales, ilegalmente sacado de Egipto y finalmente adquirido por la anticuaria de Zurich Frieda Nussberger-Tchacos en 2000. La propietaria lo llamó códice Tchacos en honor a su padre. El códice había pasado 16 años en una caja de seguridad en Nueva York, donde, lejos del clima cálido y seco de Egipto, su estado se había deteriorado notablemente. La Fundación Mecenas de Basilea (Suiza) lo adquirió en 2001, pero como la ley suiza no permite la venta de un documento robado de su país de origen, la citada Fundación debió buscar formas alternativas de obtener beneficios. Por ello convocó a National Geographic para conservar, autenticar, editar y traducir el documento, cuyo destino final será el Museo Copto de El Cairo. El códice Tchacos consta de hojas de papiro escritas de ambos lados. El Evangelio de Judas ocupa sólo una parte de su extensión. El resto contiene otros documentos como el Primer Apocalipsis de Jacobo, la carta de Pedro a Felipe y un texto denominado tentativamente el Libro de Alógenes. Está escrito en copto, el idioma popular de los egipcios entre los siglos III y X de nuestra era, que incorporaba muchas palabras griegas y se escribía en caracteres similares a los del alfabeto griego. Específicamente, la escritura corresponde a un dialecto copto llamado sahídico. La autenticidad del códice fue evaluada mediante una serie de técnicas que incluyen su datación mediante carbono-14, análisis de la tinta empleada, análisis multiespectral, paleografía (análisis de la escritura antigua). Además se realizó un análisis del contenido y estilo. Los resultados indican que se trata de un genuino códice copto que data del siglo III o IV de nuestra era. Esto no significa en modo alguno que sea un documento cristiano, ni mucho menos de origen apostólico. Resumen del contenido Lo siguiente se basa en la traducción publicada por National Geographic, que al parecer no incluye sino parte del texto del códice original. El llamado Evangelio de Judas está encabezado por la siguiente descripción: “El relato secreto de la revelación que Jesús pronunció en conversación con Judas Iscariote durante una semana, tres días antes de que celebrara la Pascua”. Al final del manuscrito, como en otros similares, se lee el título: El evangelio de Judas. Menciona que Jesús hizo “milagros y grandes maravillas para la salvación de la humanidad” y que llamó doce discípulos, a los cuales a veces se les aparecía como un niño. Característicamente, Jesús censura una y otra vez a los doce, y se ríe de ellos. El único que puede permanecer en pie ante él es Judas, quien le confiesa como proveniente del “ámbito inmortal de Barbelo”. Jesús le ordena que se aparte de los otros discípulos para recibir una gran revelación. Si bien el texto es fragmentario, ya que faltan líneas aquí y allá, lo que se presenta es una cosmogonía y una escatología típica del movimiento gnóstico, en la cual, por ejemplo, Adán y Eva fueron creados por espíritus inferiores o diabólicos. Jesús le revela a Judas que este último debería sufrir a causa de la incomprensión de los otros, pero añade: “Tú los sobrepasarás a todos, pues sacrificarás al hombre que me reviste”. Jesús mismo le encarga a Judas que lo entregue. El documento concluye diciendo que Judas contestó las preguntas de los escribas, “recibió dinero y lo entregó a ellos.” Diferencias con los Evangelios canónicos Existen muchas diferencias notables entre el Evangelio de Judas y los cuatro Evangelios canónicos, ya sea considerados individualmente o en conjunto. El trasfondo doctrinal de los Evangelios Canónicos son las Escrituras hebreas, como lo demuestran los cientos de citas y alusiones al Antiguo Testamento que aparecen en boca de Jesús y sus discípulos. En los Evangelios canónicos, como en el resto del Nuevo Testamento, la misión de Jesús como Mesías de Israel es comprendida a partir de un Nuevo Pacto anunciado por los antiguos profetas de Israel (en particular Jeremías), y la muerte de Jesús tiene como propósito obrar la expiación por los pecados. El Evangelio de Judas nada dice de las Escrituras hebreas (con excepción de los nombres de Adán, Eva y Set) y en él la muerte de Jesús carece de valor expiatorio. No posee intención sacrificial, sino que es simplemente un instrumento para que el espíritu de Cristo se desembarace del hombre Jesús, para poder entonces ascender a ámbitos superiores de existencia. Tampoco hay indicio de la creencia en la resurrección de Jesucristo, central para la fe cristiana. Así, en el Evangelio de Judas se refleja la noción platónica del cuerpo como cárcel del alma, como un estorbo del cual hay que deshacerse para alcanzar la salvación. El gnosticismo típicamente consideraba al universo material como intrínsecamente inferior e indigno de redención. Por esta razón estimaba al Dios creador del Antiguo Testamento como una divinidad inferior e incapaz de salvar. La salvación proviene a través de la adquisición de un conocimiento superior (gnosis), reservado a los pocos que eran dignos de él, sobre la verdadera naturaleza del alma humana y cómo puede ella trascender el universo material. Tales ideas contrastan notablemente con la enseñanza bíblica sobre el universo creado por el único Dios e intrínsecamente bueno. Aunque corrupto a causa del pecado, el universo está destinado a ser rescatado y a tornarse, en el final de los tiempos, un cielo y una tierra nuevos en los que mora la justicia. Esta creencia es además coherente con la afirmación de la resurrección corporal, ejemplificada por la resurrección del propio Cristo. “Auténtico” no significa “cristiano” ni “bíblico” Nos encontramos, pues, ante un documento antiguo, probablemente genuino, que data de alrededor del año 400 de nuestra era. Se supone que este documento copto es una traducción de un documento escrito en griego hacia la segunda mitad del siglo segundo. Si esto es cierto, el Evangelio de Judas puede decirnos mucho acerca de lo que creía quien lo escribió. Además de alusiones a eones y divinidades ajenas a la Biblia, su autor parece haber conocido superficialmente algunas enseñanzas y textos cristianos. Su contenido publicado permite inferir que proviene de un grupo sincrético marginal, que amalgamó creencias paganas y cristianas. Como resultado, lo que enseña no es auténtico cristianismo tal como lo conocemos por las Escrituras y la historia. El Metropolitano de la Iglesia Ortodoxa Copta resumió esto al declarar que “no son textos cristianos confiables ni exactos, ya que son histórica y lógicamente extraños al pensamiento cristiano principal y a la filosofía de los cristianos primitivos y actuales”. Debe notarse además que, a pesar del título, sería un grosero anacronismo atribuir al Iscariote el “evangelio” que lleva su nombre. ¡Simplemente no pudo haber sido escrito por Judas más de un siglo después de su muerte! La costumbre de atribuir por escrito la autoría de obras de esta clase a algún personaje conocido de la era apostólica es muy común en la literatura apócrifa. En contraste, gran parte del Nuevo Testamento canónico es anónimo en sentido estricto, pues sus autores no se identifican en el texto. Fue la tradición temprana de la Iglesia, cuando aún vivían en ella discípulos de los Apóstoles, la que adjudicó la autoría que hoy aceptamos. Pero además, el texto publicado sugiere que el Evangelio de Judas no fue escrito por alguien que conociera la geografía palestina ni las costumbres judías. No se menciona ningún lugar, ningún acontecimiento concreto de la vida de Jesús, y ni siquiera el nombre de los doce discípulos, con la sola excepción de Judas. Los acontecimientos transcurren en un limbo espaciotemporal. Todo lo contrario ocurre en los Evangelios canónicos, llenos de alusiones a costumbres, lugares y personajes del tiempo de Jesús. Acusaciones infundadas Los cuatro Evangelios canónicos fueron escritos pocas décadas después de los hechos que narran, cuando aún vivían testigos presenciales. Fueron tempranamente reconocidos como dotados de autoridad por la mayoría de las Iglesias, y probablemente circularon en ellas como una colección ya a principios del siglo II. Por esta razón Ireneo de Lyon pudo declarar algo más tarde que sólo había cuatro Evangelios auténticos: porque la abrumadora mayoría de los cristianos admitía este hecho. Es insensato suponer que Ireneo, o cualquier otro obispo de ese tiempo, hubiera podido imponer una selección arbitraria al resto de las Iglesias cristianas. Lo que hizo Ireneo fue poner por escrito lo que ya era generalmente aceptado. Ninguno de los otros llamados evangelios fue jamás tomado seriamente por la iglesia cristiana en su conjunto. El Evangelio de Judas, escrito mucho después de los hechos por alguien obviamente ajeno al contexto espacial y temporal de la Judea del primer siglo, jamás podría seriamente afectar la fe cristiana histórica basada en las Escrituras hebreas y griegas. Tampoco es correcto suponer un creciente antisemitismo en los Evangelios canónicos. Desde luego, los Evangelios reflejan la polémica con los judíos que no aceptaron a Jesús como Mesías, polémica que se agudiza en el libro de los Hechos de los Apóstoles y en las cartas de Pablo. Pero es arbitrario y anacrónico acusar de antisemitismo a los Apóstoles y demás seguidores del Mesías judío, muchos de ellos judíos ellos mismos. Conclusión La presentación de un documento antiguo – no exento de valor histórico intrínseco pero totalmente irrelevante para el conocimiento de la vida y enseñanzas de Jesús – como si fuera un desafío capaz de cuestionar radicalmente la doctrina cristiana no es periodismo responsable ni buena ciencia. Es posible que una desmedida ambición de obtener ganancias a toda costa se encuentre en la raíz de este desafortunado emprendimiento.

lunes, mayo 22, 2006

LOS VIERNES DE MAYO

CENTRO DE AVIVAMIENTO PARA LAS NACIONES